Tenías la mirada fijada en
la pared, impasible. The Smiths
ambientaba la habitación, la melodía triste invitaba al trance y mis
labios esbozaban la letra al otro lado del sofá. Tan ausentes, sin riesgos,
abandonados. Con las dudas y con la sensación de haberlo vivido antes.
Lo habitual, sucedáneos.
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