viernes, 19 de marzo de 2010

Volviendo a las andadas

El tiempo solía ser la segunda opción, la primera era la distancia. No obstante, lo llevábamos bien, vivíamos con ello como suelen decir, y hoy, viernes, los solías pasaron a ser nuncas, junto a los para siempre y al resto de conjuntos de palabras que sirven para indicar espacios temporales. El tiempo ahora es la primera opción y a mí pesar, es inexistente.
El orgullo cómo no, también forma parte de esta pequeña cruzada, la indiferencia es el primer plato, pero eso sí, siempre con una sonrisa de esas que lamentarás cuando tengas más arrugas que pecas. No cunda el pánico, yo seguiré siendo la misma estúpida que esperará, creerá sonrisas acompañadas de palabras de perdón e infinitas excusas improvisadas. Pam, pam! Un abrazo, sonrisa, café y todo olvidado.
Sigue construyendo un mundo de falsas sonrisas. Tú, que eras mi excepción, la que cumplía la regla, has acabado dándome la razón. Qué jodido es esto de tener que llevarla siempre, por una vez deseaba que la llevases tú. Supongo que esta es la única forma verbal del verbo soler que mantengo: Suelen decepcionarme a diario.

Y la verdad es que te echo de menos.

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