sábado, 11 de enero de 2014

¿Quién soy yo?

La inmundicia se acumula en mi mente. Formo parte de algún tipo de desecho, los pedazos de lo que no rompí, la responsabilidad de otras mentes, el cambio, la consolación del despecho, la morfina del dolor, que ni cura, ni padece. Al borde del deshielo, consciente escojo y acepto el rol. Te engaño, siempre.

Llegó la entrega. Consolidada, sin duda.  En los infinitos caminos que la oscuridad ofrece, entre la nebulosa del sueño, casi en trance,  despierto las envidias con la certeza de que tratándose de mi debe haber más.

Aduladores lo afirman, predicen e incluso invierten. Pero no. La salvaje verdad atiza y sólo de ese modo me invita a comprender que el destino de los que son como yo es este.


Temidos, amados u odiados.  Habitualmente odiados, por saturación e incomprensión. Tortura eterna entre el eco de los violines de la desidia, la tristeza y el sobre de invitación al vals de la muerte.

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