Aquella
fue una de las noches en las que dormí con los diamantes puestos. Perfume en
las muñecas y en el cuello. Tú enredabas entre la seda y preguntabas con
desespero su nombre. Veneno. Una rosa el anzuelo. El público te divertía. Los
ojos cristalinos de la ira te alimentaban. Y el juego…El juego eráis tú, él y
la seda de ese vestido que ahora descansa en un armario a mil kilómetros de ti,
de él, de la ira y de mis recuerdos.
Con
los años un nuevo vestido y el aroma de mi pelo te envolvieron y tú a mí con los
brazos que me guiaron al mal. No es lo que esperabas, ni lo que esperaban. Lo
que esperaba yo es irrelevante.
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