jueves, 22 de abril de 2010

Métodos de cómo desvariar

Las columnas son árboles; las pantallas, pistas sobre el enemigo; los bancos, trincheras; las maletas, munición y el aeropuerto: la selva. Los militares se mezclan con la población civil, en concreto, con sus allegados. Están siendo atacados por abrazos, besos, lágrimas y te quieros de última hora, todo tiene lugar en este particular enfrentamiento. No sé si vienen o van, no he sido capaz de preguntar.

Junto a la puerta de llegadas hay una mujer joven esperando, si no fuera por el ocasional movimiento de sus pestañas, hubiera jurado que era una estatua. La frialdad es la estrella invitada, la industria cinematográfica nos ha vendido una mentira más. El único abrazo que recibirán los viajeros procedentes de este vuelo será el de su propia sombra, excepto uno que tendrá la fortuna de ser recibido por un ser prácticamente inerte.

En el exterior, sujetando un armatoste negro más grande que su cabeza y con las piernas abiertas, supongo que ejercen de contrapeso, hay un soldado de pequeña estatura vigilando varios vehículos del ejército aparcados en la puerta de la terminal. Le roban protagonismo y espacio a la marea blanca de taxistas expectantes a timar al próximo turista de turno. Es martes trece, será eso.

No estaba la madre ansiosa por ver a su hijo, no estaba la familia feliz esperando a su estudiante de intercambio, no estaba el fan histérico por la llegada de su ídolo, no estaba el marido perfecto escondiendo tras su espalda un ramo de rosas, ni si quiera el chófer sosteniendo un cartel con un apellido importante. En Barajas hoy se respiraba soledad y guerra, se respiraba realidad.

No hay comentarios:

Publicar un comentario