La lista de derrotas

Se me entumeció el rostro, y el alma. Olías a libro. Bien sabes que prefiero ocultarme bajo tus sábanas, esconder mis manos, escuchar nuestro silencio y que me abraces cuando no lo hagas, porque si ya lo estás haciendo querré que me sueltes.

Te ríes y convulsionas con la suficiencia que proporciona el éxito. Tus garantías. A cambio, mi impertinencia. Mi más profundo rechazo a lo común.

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De ánimo frágil. Decrépita, componiendo epitafios. Los propios, ajenos quizá, por cada desgaste. Desde la butaca de la sorna, burla infame del alma encuentro mi reflejo abyecto.

Sucedáneos recorriendo descartes. Yo…no puedo.

Siempre con A

Estipulé los tiempos y calculé la barreras, al revés. Bien sabes, que como dices, “conociéndote…”, tiendo al caos.  Ni voy, ni vienes, ni te dejo, ni me apeo. Y resulta que el tiempo, siempre él, me apremia y creo que no cuenta contigo. De hecho no nos contábamos ninguno.

 Saboteo; en eso sí que tengo talento pero no lo supiste apreciar. No se trata de piernas firmes, de mis “rodillas simétricas”, ni de los silencios que preceden. Soy la pieza suelta con la que tropezar para seguir.

 Atrás, atrás. Terca y con tendencia a marcar la diferencia destruyendo. Fui honesta, querido.